DEMOCRITO DE ABDEA
Allá en la antigua Tracia Occidental, casi en dirección de la isla de Tasos, al norte de Grecia, a orillas del Mar Egeo, allá en la ciudad de Abdea, nació Demócrito de Abdea, el discípulo de Lucrecio, hacen 2.481 años; es decir, en el año 470 A.C.
Era un filósofo que, junto con Empédocles de Agrigento, Lucrecio, Leucipo y Epicuro (pertenecientes al florecimiento de la cultura Jonia), se convirtió en iniciador de lo que hoy conocemos como teoría atómica. También Demócrito fue quien aseveró que “un cuerpo que se mueve continuaba su movimiento hasta que algo interviniera para alterarlo”. Este concepto fue el que dio origen a lo enseñado por Isaac Newton, como lo es la Inercia , primera Ley de su Mecánica Celeste (Primera Ley del Movimiento) y que según el principio de Equivalencia de Einstein, la inercia es semejante a la Gravitación Universal ; de allí que la masa gravitatoria corresponda a la masa inercial.
Lo grandioso de Demócrito, y en general de todos aquellos sabios de la Antigüedad , es que su conocimiento y sus especulaciones son producto de la intuición, de la lógica, dada su natural sensibilidad para inducir razonamientos que les facilitarán formular principios, leyes, teoremas, hipótesis o conceptos generales que son propios de las inferencias o conclusiones basadas en la experimentación científica o metódica. Desgraciadamente, muchas de aquellas antiguas deducciones adolecían de errores o estaban inconclusas, precisamente porque la experimentación racional sólo aparece en estos últimos siglos para poder demostrar la verdad universal, omnímoda e inequívoca. Con todo, los conocimientos que nos legaron los antiguos han servido para el progreso de la ciencia, algunos frenados por las especulaciones dogmáticas que constriñeron el ideal científico y otros que no pudieron culminar su grandiosidad por las restricciones que imponían los escuálidos medios que imperaban en esas épocas remotas.
