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EDAD CONTEMPORANEA
CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIOCULTURAL Y FILOSÓFICO
Desde un punto de vista histórico, la Revolución Francesa marca el paso de la Edad Moderna a la Contemporánea. Sin embargo, desde un punto de vista cultural, el pensamiento de la Edad Moderna pervive en la primera mitad del siglo XIX, si bien prefigura o contiene en germen el pensamiento que surge en la segunda mitad. Las revoluciones burguesas de 1848 señalan el cambio cultural que se produce en Europa a mitad del siglo XIX.
Como es sabido, el movimiento artístico dominante en la primera mitad del siglo XIX es el romanticismo, mientras que en la segunda mitad surge el realismo social. La imagen que bien puede evocar el romanticismo es la de un poeta cantando a un amor platónico en la soledad de un jardín sombrío y frondoso. Sin embargo, cuando pensamos en el realismo social, solemos imaginar escenas colectivas como la de un grupo de trabajadores saliendo de la fábrica o gente en una estación de ferrocarril. De manera paralela, la corriente filosófica dominante durante la primera mitad del siglo XIX seguía siendo el idealismo, mientras que en la segunda mitad surge un conjunto de corrientes que, si bien son muy diferentes entre sí, todas ellas tienen en común su oposición al idealismo. Del idealismo, la frase más significativa es sin duda el cogito ergo sum de Descartes, en tanto que de la filosofía de la segunda mitad del siglo XIX, podemos mencionar ésta muy famosa de Marx: “Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo; de lo que se trata es de cambiarlo.”
El último gran filósofo idealista fue el alemán G. W. F. Hegel (1770-1831), que llevó a su máxima expresión el racionalismo idealista de la Edad Moderna. A Hegel se le considera el último filósofo de la Edad Moderna y el primero de la Contemporánea. Concretamente a su filosofía se oponen las corrientes filosóficas más importantes de la segunda mitad del XIX: el materialismo histórico de Karl. Marx (1818-1883), el positivismo de Auguste Comte (1798-1857) y el vitalismo de Friedrich Nietzsche (1844-1900). Todas estas corrientes toman en consideración realidades olvidadas por el idealismo.
Esas realidades olvidadas por el idealismo son las siguientes: sociedad (frente a individuo), historia (frente a atemporalidad), realidad y vida (frente a pensamiento). Este olvido se puede apreciar bien en la mencionada frase de Descartes que se ha convertido en el lema del idealismo, a saber: “pienso luego existo”, en la cual se deja ver al ser humano como un individuo aislado cuya actividad fuese únicamente pensar. Una obra muy representativa del nuevo modo de pensar desde mediados del siglo XIX es La evolución de las especies (1859), de Charles Darwin, cuyos conceptos fundamentales de evolución y lucha por la existencia guardan un claro paralelismo, en el campo de la biología, con los conceptos mencionados anteriormente y aplicados al ámbito humano. De hecho, en la segunda mitad del siglo XIX surge una teoría social que toma como modelo la teoría de Darwin: el darwinismo social.
En filosofía, Marx conocía muy bien la filosofía de Hegel, pues fue su discípulo, pero se opone a ella, como lo muestra el que un propósito de Marx fuera “bajar la filosofía de Hegel del cielo a la tierra”; es decir, suplantar el idealismo por el materialismo. Marx perteneció a la llamada “izquierda hegeliana” y fue el fundador del materialismo histórico.
En cuanto a Comte, vivió en la primera mitad del siglo XIX, si bien la filosofía de la que es fundador, el positivismo, empezó a hacerse especialmente presente a partir de la segunda mitad, y desde entonces cada vez más. Y es que el positivismo ha llegado a ser más que una mera corriente filosófica, al defender los valores utilitaristas propios 1
de nuestra cultura actual. Una máxima del positivismo es: “Lo bueno y lo verdadero es lo útil”.
En cuanto a Nietzsche, su irracionalismo y vitalismo le llevan a criticar no sólo el racionalismo idealista de la Edad Moderna sino, más general, el racionalismo como pensamiento propio de la cultura occidental; por eso sus ataques se remontan a Sócrates y Platón. Para Nietzsche, el racionalismo de la Edad Moderna sería la versión más acabada y decadente del pensamiento que nació con “el paso del mito al lógos”.
El irracionalismo de Nietzsche queda de manifiesto no sólo en el contenido de su filosofía, sino también en su estilo aforístico, penetrante, metafórico y contrario a la argumentación propia de los racionalistas.
Nietzsche y también Dilthey (1833-1911) fueron los precursores de un respetable y heterogéneo grupo de filósofos del siglo XX denominados “filósofos de la vida”. A ellos muy bien puede pertenecer Ortega y Gasset (1883-1955) en tanto que su filosofía, el raciovitalismo, se fundamenta en el concepto de vida (humana), la cual, en sintonía con la oposición al idealismo que surge en la segunda mitad del siglo XIX, la concibe siempre incardinada en determinadas circunstancias histórico-sociales. Éste es el trasfondo desde el que nacen sus famosos estudios sobre la sociedad del momento, como el conocido internacionalmente de La rebelión de las masas. Por lo dicho se entiende que Ortega no sólo recibió influencias de Nietzsche y Dilthey, sino de manera más general del clima cultural que nace en la segunda mitad del siglo XIX.
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